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Semetabaj Hispano: Espiritualidad, pastoral, cultura y amistad.

Homilias para Villamediana

Cambios en la parroquia

Cambios en la parroquia

En este domingo, que ando metido en los cambios de parroquia, me llega dentro lo que dice el Señor sobre la predicación del Bautista y la respuesta de quienes le escuchaban. Ya quisiera haber predicado yo como Juan con el ejemplo y la palabra acertada. Si no lo hice espero el perdón. Y doy gracias a Dios por los feligreses que en este tiempo, a través de mi predicación y ministerio, mejoraron sus personas y familias. E invitó, a mi mismo y a todos, a seguir con alegría por este camino de fé y renovación cristiana. Merece la pena!

Buscar la perfección

Buscar la perfección

Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

Así concluye la enseñanza de Jesucristo, que leemos este domingo en la misa. Nos invita a dejar la mediocridad y buscar la perfección. Porque quiere para nosotros una vida lograda, plena y feliz, como la del mismo Dios. Pero esa vida, nos advierte Jesucristo, tiene un precio: po-ner la otra mejilla y amar a los enemigos. ¿Nos pide un impo-sible? Él lo hizo. Con Él también nosotros podemos.

El sacrificio que cambia el mundo

El sacrificio que cambia el mundo

Al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".

Escuchamos, en el evangelio de la misa del domingo, un mensaje que necesitamos oír las personas y la sociedad entera, especialmente en momentos como el que vivimos: que el bien triunfará y el mal será derrotado, pero que la victoria exige, nada menos, que la entrega incondicional del único verdadera y totalmente inocente, Jesucristo, y nuestra propia entrega. Viendo el sacrificio de Cristo ¿nos vamos a negar a scrificarnos también nosotros? 

Fe recia para tiempos recios

Fe recia para tiempos recios

Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar” y os obedecería.

Comulgar cada domingo nos ayuda a ser personas de fe recia y nos ablanda el corazón para que Cristo nos lo vaya haciendo semejante al suyo. Y  un corazón reblandecido por la sangre de Cristo transforma el universo, lo hace más habitable y abierto a la eternidad. ¡Qué necesidad tiene el mundo de ese tipo de creyentes! ¡No lo defraudemos!

Escuchar con corazón abierto dentro y fuera de la familia

Escuchar con corazón abierto dentro y fuera de la familia

“No elogies a nadie antes de oírlo hablar”

Los sabios consejos que leemos en el antiguo testamento para ayudarnos a no ser precipitados en el juicio sobre los demás, son corroborados y reforzados por el Evangelio que pide mirada limpia y corazón sensato, que produzca frutos de convivencia y paz.

Amor a la verdad

Amor a la verdad

“De lo que rebosa del corazón habla la boca”

Venimos escuchando desde hace dos domingos la exhortación moral de Jesús en su sermón, que comienza con las bienaventuranzas. Hoy nos habla acerca del juicio sobre el prójimo, que sólo será certero, equilibrado y constructivo, si nace de un corazón apasionado por la verdad y capaz de dar la vida por ella. Son los corazones que hoy deberían liderar el mundo.

Bienaventurados los pobres

Bienaventurados los pobres

Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: “Bienaventurados los pobres porque vuestro es el reino de Dios”.

Jesús, a través de estas palabras suyas, transmitidas por San Lucas “no habla de una pobreza “de espíritu” sino de ser “pobres” a secas, y así nos invita a una existencia austera y despojada. De este modo, nos convoca a compartir la vida de los más necesitados, la vida que llevaron los apóstoles, y en definitiva a configurarnos con Él, que siendo rico se hizo pobre” (Papa Francisco: Alegraos y regocijaos, nº 70). Solo fiándose de Dios se puede vivir así y se consigue ser plenamente feliz ¿Lo intentamos?

 

“¡Mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca!”

“¡Mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca!”

Los Apóstoles se admiraron del mandato de Cristo, de adentrarse en el mar y no acomodarse en la orilla, que les obtuvo la mayor pesca de toda su vida. Pero aún se asombraron más cuando Cristo le dice a Pedro: “Desde ahora, serás pescador de hombres”. Entendieron así que el mundo los necesitaba en las profundidades de sus problemas, no en la orilla de sus comodidades. En La Rioja estamos escuchado hoy: ¡EUNTES! “¡Id y anunciad el Evangelio!”

 

La manifestación de Jesús a sus discípulos en las Bodas de Caná

La manifestación de Jesús a sus discípulos en las Bodas de Caná

En Cana de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él”.

Y, desde Cana, hasta hoy, sigue pendiente de nuestras necesidades. Pero somos nosotros los que nos olvidamos de invitarlo. Tal vez, si hacemos caso a la Virgen: “Haced lo que Él os diga”, notaremos la cercanía de Dios y perderemos el miedo a hacerlo presente en nuestra vida, en nuestra familia y en la sociedad ¡El futuro es de los audaces!¡EUNTES!

Poner de moda la generosidad

Poner de moda la generosidad

“Esa pobre viuda ha echado más que nadie: todo lo que tenía para vivir”

Cuando tanto apreciamos el tener una vida asegurada, es llamativo esta invitación del evangelio a la generosidad total ¿Estaremos los creyentes dispuestos a sentirnos interpelados o seguiremos confiando más en el dinero, y en la seguridad material que nos proporciona, que en Dios? Ojala que, el ejemplo de la viuda desprendida, nos estimule a los creyentes y logremos poner de moda la generosidad. La Misión diocesana, que comienza, es una oportunidad para ello.

Las respuestas que necesitamos

Las respuestas que necesitamos

El letrado, que aparece este domingo en el evangelio de San Marcos acercándose a Cristo, representa a los que buscan respuesta a los problemas que afectan a la vida y destino del ser humano. No abundan, en nuestro mundo descreído, pero gracias a ellos, podemos obtener respuestas que por nuestra cuenta no hubiéramos encontrado. Esas respuestas están en el Evangelio. Merece la pena dedicar un tiempo a meditarlo y, la vida entera, a vivirlo.

¡Señor, que vea!

¡Señor, que vea!

“Jesús le dijo al ciego Bartimeo: “Anda, tu fe te ha salvado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino”

Que, como el ciego de Jericó, clamemos a voces, liberados del manto del materialismo asfixiante: “¡Maestro, que vea!”. Y que no nos asuste escuchar la respuesta de Cristo: “-Anda, tu fe te ha salvado”. Y con la luz de la fe sigamos alegres a Cristo y animemos a otros a seguirlo ¡Que fecunda Misión nos espera!

El Evangelio del divino derroche

El Evangelio del divino derroche

La multiplicación de los panes y los peces.

Con este milagro se prefigura la Eucaristía. 

Si hay que alimentar hambrientos de pan Dios lo hace a lo grande: sobraron 12 cestos.

Si hay que alimentar a quienes hambrean vida eterna Dios derrocha su propia vida para que nadie, nunca más se vea perdio ante la muerte.

Bendito y divino derroche!

Domingo de la Santísima Trinidad

Domingo de la Santísima Trinidad

Haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. 

Hablar de Dios como lo hace el evangelio es hablar de un misterio que nos supera sin abrumarnos. Pues dice lo que más desea un corazón humano: que nos quiere aquel por quien somos y existimos. El evangelio de hoy nos asegura que al ser bautizados en su Nombre, seremos por Él acompañados y salvados, seamos de la nación que sea.

 

Preparando la fiesta de la Ascensión del Señor

Preparando la fiesta de la Ascensión del Señor

Nos dice la Palabra de Dios, que leemos en la carta de SanPablo a los Efesios: “Que Dios ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cual es la esperanza a que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cual la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo”.

Y respondemos con el corazón: Si Dios está con nosotros ¿cómo vamos a desesperar en nuestro esfuerzo por ayudar, o cómo vamos a estar tristes y pesarosos como si lleváramos las de perder? Con Cristo, nuestro hermano, “a la derecha de Dios intercediendo por nosotros”, tenemos asegurada la victoria. Es tiempo, pues de alegría y de esperanza ¡Dios no defrauda!

La Palabra de Dios en el quinto Domingo de Pascua

La Palabra de Dios en el quinto Domingo de Pascua

“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”

La fe nos asegura que la fuerza del Resucitado se comunica a sus discípulos ¿No se convirtieron los cobardes seguidores del Nazareno en intrépidos Apóstoles? También nosotros cambiaremos el mundo si estamos unidos a Cristo como el sarmiento a la vid.

Lo lograremos si nos fiamos de Cristo más que de nosotros mismos, si lo escuchamos, si se lo pedimos confiadamente, si recibimos sus sacramentos, si no nos separamos de su Iglesia.

¡Unidos a la vid, que es Cristo, seremos discípulos fiables,como Pablo, y cambiaremos nuestro mundo como él cambió el suyo ¡A la tarea! Nos espera una apasionante Misión.

La misericordia de Dios no tiene límites

La misericordia de Dios no tiene límites

“Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia”

Los cristianos cantamos este salmo, especialmente en este domingo segundo de Pascua, en el que Jesús Resucitado pide al incrédulo Tomás que toque las llagas que han dejado los clavos y la lanza en su cuerpo glorioso. Esas marcas aseguran que la misericordia de quien las lleva, el Señor Resucitado, no tiene límites. Porque sólo quien es capaz de sufrir hasta ese extremo es capaz de querer y de perdonar siempre.

San Juan Pablo II al instituir en este día la fiesta de la Divina Misericordia decía. “Es preciso transmitir al mundo el fuego de la Misericordia. En la Misericordia de Dios el mundo encontrará la paz y el hombre la felicidad”.

 

La Palabra de Dios para el domingo

La Palabra de Dios para el domingo

“Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.”

¿Quién puede negar hoy que se cumplió con creces esta afirmación, tan misteriosa para los que la oyeron por vez primera? La muerte de Cristo, como siembra fecunda, ha producido  por el mundo y a lo largo de la historia frutos de conversión, de humanización y de entrega. Cristo ha dado esperanza a perseguidos, incomprendidos y rechazados; y ha liberado del vicio y devuelto la dignidad a muchos que la habían perdido.

En esta semana, que nos separa de los días santos de la pasión y muerte de Cristo, no nos cansemos de rezar el “Miserer”, el salmo responsorial de este domingo:

“Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias”.

La verdadera esperanza

La verdadera esperanza

“La transfiguración de Cristo –nos dice el Catecismo de la Iglesia- tiene por finalidad fortalecer la fe de los apóstoles ante la proximidad de la Pasión: la subida a un “monte alto” prepara la subida al Calvario. Cristo, cabeza de la Iglesia, manifiesta lo que su cuerpo contiene e irradia en los sacramentos: “La esperanza de la gloria”.

Anunciemos al mundo esa esperanza como respuesta al amor de Dios. Será la mejor propaganda del Evangelio. La que necesita esta sociedad descreída para convencerse y mejorar. La que esperan nuestros amigos, familiares, convecinos que les anunciemos. La que nos transfigurará por dentro permitiéndonos cambiar lo de fuera ¿Lo intentamos?

Jesucristo sana y limpia nuestro interior

Jesucristo sana y limpia nuestro interior

“Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: -Si quieres, puedes limpiarme”. Tal vez hoy nos falte esta actitud reverente y confiada ante Cristo, porque se nos ha debilitado la fe y ya no lo reconocemos vivo y presente en su Iglesia. Tal vez nos da vergüenza postrarnos de rodillas en la quietud de nuestras iglesias que permanecen, demasiado tiempo, vacías. Y, tal vez por eso mismo, nos cuesta librarnos de la lepra del pecado, tan peligrosa y más que la lepra física, como enseña el catecismo: “El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz”.

Es hora de reavivar la fe y acudir a Cristo  en el sacramento de la confesión para pedirle limpieza de conciencia y  fundirnos después con Él en  abrazo sanador en la comunión. Escucharemos del sacerdote en nombre de Cristo: “¡Quiero, queda limpio!” y saldremos renovados y dispuestos a renovarlo todo a nuestro alrededor ¡No nos descuidemos!