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Un joven que supo elegir lo mejor: Eduardo Fuentes Duarte

A finales de los sesenta se vivió en el mundo entero la revuelta estudiantil más impresionante que recuerda el mundo. Comenzó en París en mayo de 1968 y se extendió, como reguero de pólvora, a todas las universidades del mundo, que dejaron de servir a la vida intelectual para promover la acción política revolucionaria.
Por aquellos años estudiaba ingeniería un joven guatemalteco que se Llamaba Eduardo Fuentes Duarte, a quien conocí yo desde 1986 hasta 1997, en que murió con sólo 56 años.
Le oí contar muchas veces cómo algunos de sus compañeros universitarios, tomaron las armas y se lanzaron al monte, iniciando una guerra de guerrillas que duró treinta y seis años y que se saldó con la muerte de más de setenta mil personas, la gran mayoría civiles masacrados por los bandos en litigio.
A los guerrilleros los apoyaron muchos ideólogos cristianos, incluso sacerdotes, que justificaban el recurso a la violencia como el único medio para transformar una realidad social injusta. Pensaban que los laicos cristianos únicamente promoverían la instauración del Reino de Dios, el reino de la justicia, instaurando por las armas un régimen político socializante que traería la igualdad y la felicidad definitiva del pueblo, hasta entonces oprimido.
El estudiante Eduardo Fuentes no siguió esta línea. Aunque se tomó muy en serio la realidad sangrante de su pueblo. Pero lo hizo sin justificar el recurso a las armas, y promoviendo la toma de conciencia de los laicos de sus responsabilidades civiles, familiares, económicas, culturales, etc. Y, para ayudar en esta tarea dejó en el último año sus estudios de ingeniería y se hizo sacerdote, llegando poco después a ser uno de los obispos más jóvenes y prestigiosos de Guatemala.
Cuando en 1993, llevaba yo para entonces siete años en Guatemala, se firmaron los acuerdos de paz que pusieron fin al conflicto armado, Eduardo había transformado la diócesis de Sololá, ayudando a crear una estructura de pacificación y de regeneración que ha producido abundantes frutos en todos los campos. Sus compañeros universitarios, ya envejecidos por el odio y la guerra sucia, que la comandaron desde fuera del país, se encontraron a su regreso un pueblo masacrado y sumido en una miseria mayor aún que en los años setenta y marcado por una perversión y corrupción, nada fácil de superar.
Ahí se vio claro cual es la vía para transformar la sociedad: la responsabilidad y el sacrificio callado, y no la violencia, el odio y la ideología materialista.
El Buen Pastor Niño, nos guarda, nos anima y nos llevará a los buenos pastos de su Reino

El Buen Pastor, que pintara Murillo con tanto acierto, es una de esas imágenes que impactan la sensibilidad de cualquiera. A mí me impresiona el acierto del artista al expresar la hondura del cuidado pastoral de Cristo hacia nosotros, en esta figura encantadora de niño.
Y es que para ser Pastor a la manera de Cristo, hay que tener siempre alma y corazón de niño. Y no dejarse contaminar por las insidias del ambiente, por la ambición, por el orgullo, por el deseo de afirmarse a sí mismo aún a costa de los demás.
Yo quisiera tener esa mirada penetrante y honda para conectar con los fieles que me son encomendados. Yo quisiera llevar el cayado en mis manos para guiar más que para amenazar. Yo quisiera que las ovejas tuvieran la misma confianza que tiene la del cuadro para acercarse a mí sin temor.
Así convertiría las ruinas del mundo, recorrido con pies descalzos y sensibles, en verdes praderas, donde puedan pastar las ovejas del Cristo. Un mundo que se queda pequeño porque para el amor no hay distancias. Un mundo que será más hermoso si abundan en él los buenos pastores.
Que Dios llame a jónes decididos y alegres a identificarse con Cristo Buen Pastor y les ayude a imitar sus actitudes, que los hagan capaces de ayudar a quienes necesitan consuelo y esperanza.
Foto entrañable que me envían desde El Salvador

En el itinerario ritual hacia el presbiterado, recibir los ministerios de Lector y Acólito es un momento importante para tomar conciencia de que el se acerca uno a la cumbre.
Recibir el encargo de leer la Palabra de Dios en la celebración eucarística y asistir, en la misma celebración, a la preparación del Altar, es una preciosa ayuda para tomarse en serio el futuro ministerio de la Palabra y prepararse para celebrar la Eucaristía.
En esta foto, Roberto, Victor y Nati, de la diócesis de San Vicente, en El Salvador, reciben los ministerios que los disponen para recibir ya este año el Diaconado y, después el Presbiterado.
En ellos se rejuvenece el Sacerdocio y se sigue encarnando en las nuevas generaciones. Es una suerte tenerlos ahora como amigos y, dentro de muy poco, como Hermanos en el Sacerdocio.
Se acerca la fiesta de la Asunción de la Virgen

Y la preparo con ilusión y cariño, aquí en mi parroquia de San Adrián, en Autol, bonito y próspero pueblo de La Rioja en España.
Durante años celebré la misa dominical ante la preciosa imagen de la Asunción, recubierta de plata, en la catedral de Sololá. Y nunca me cansé de rezarle y de admirar su belleza. Durante años también celebré su fiesta en agosto, unido a todos los sololatecos. Ahora que no puedo mirar de cerca esa añorada imagen, ni celebrar en Sololá esa fiesta, la contemplo y la celebro en la memoria de mi corazón y le rezo con el mismo cariño de hijo con que lo hacia cuando estaba allá. Y me uno a sus devotos que en el día de su fiesta la pasean por las calles y le cantan y le rezan y le dicen cosas bellas.
Virgen de la Asunción, cuídanos a todos tus hijos. Danos la alegría de sentirnos hijos tuyos y de sabernos hermanos. Y, allá donde estemos, visitanos con tu cariño de Madre y ayudanos en nuestros trabajos y proyectos. A cambio prometemos darte lo mejor de nosotros mismo. Santa María de la Asunción, Patrona y Señora nuestra, ruega por nosotros.
Dede mi tierra española, yo le canto a la Asunción,
y le ofrezo mis plegarias y le doy mi corazón,
muy unido a mis amigos, que viven en Sololá,
con el deseo feviente de quererla siempre más.
Fiesta del Santo Cura de Ars

Hoy, cuatro de agosto, celebro con cariño y devoción al Santo Cura de Ars, encomendándole el ministerio parroquial tanto mio como de mis amigos, párrocos y vicarios parroquiales, así como de los futuros presbíteros.
El ejemplo de este sencillo párroco rural es un estímulo para quienes nos dedicamos al pastoreo de las almas. Su trato con Dios lo llevó a querer con locura a sus fieles, a enseñarles, a santificarles y a guiarlos hasta el cielo.
No lo tuvo fácil, pero recurrió a los medios sencillos y claros, probados por la experiencia de siglos, y obtuvo tan magníficos resultados que la Iglesia lo ha nombrado protector y patrono de quienes tenemos tareas parroquiales.
Que desde el cielo nos guíe, nos enseñe y nos aliente para ser, como él, unos magníficos Pastores.
Que veinte años no es nada.

Esta simpática novela escrita por Marta Rivera de la Cruz, ayuda a entender que, tras cada persona, se puede encontrar una extraordinaria historia si hay ojos sensibles que la perciban y una boca entusiasta que la narre.
Por la novela desfilan personajes fantásticos que embellecen y animan la áventrua particular de Cósimo Herrera. Es este un escritor de fama que aspira ganar el premio Nobel y que, decepcionado porque no lo consigue, se retira a una ciudad provinciana, donde rehace su vida, descubre un mundo singular y se reencuentra a sí mismo, lejos de los ambientes que frecuentaba anteriormente.
Junto a Cósimo Herrera la joven Luisa, veinte años más joven que él, descubre la vida, la literatura y un amor arrebatado, capaz de hacerla emprender aventuras y proyectos deslumbrantes. Todo en la novela es sencillo y partentoso a la vez. En cada personaje secundario descubre la escritora insospechadas originalidades y una grandeza de ánimo que supera el ambiente estrecho de la ciudad provinciana, situada en un lugar y tiempo brumoso y casi mítico, que sin embargo se puede identificar muy bien con nuestro tiempo y con nuestros lugares de vida.
Mi nueva Parroquia: Nuestra Señora de la Asunción de Villamediana de Iregua

Fechado el tres de agosto y con una carta personal de mi Obispo Don Juan José Omella, he recibido mi nombramiento de párroco del pueblo de Villamediana de Iregua, cuya parroquia tiene como titular a Nª Sª de la Asunción.
Está situado el pueblo a tan solo 5 Km de la ciudad de Logroño, habiendo experimentado en los últimos años un notable aumento de población, que trabaja en la ciudad y reside en el pueblo, alcanzando actualmente unos cinco mil habitantes y esperándose pronto alcance los siete mil, por las viviendas que ya se están construyendo.
Es un pueblo con historia, pues aparecen testimonios escritos desde el siglo XI y el nombre de Villamediana le viene por estar situado entre Varea y Alberite, en la calzada romana que unía Logroño con Numancia (Soria).
Encomiendo mi nuevo ministerio a la Intercesión de Nª Sª de la Asunción,pidiendole me ayude a ser un buen pastor para el mueblo que me ha sido encomendado. Espero tomar posesión de la parroquia el 16 de septiembre, el día de la fiesta patronal de Santa Eufemia.
Mi Pueblo natal

Se llama Sorzano. Allá tengo la casa de mis padres donde, de vez en cuendo voy a descansar ya d disfrutar de las personas y los paisajes de mi infancia.
La iglesia parroquial me trae recuerdos imborrables y rezar en ella es para mí siempre especialmente impactante. En ella se guarda ahora la imagen de la Virgen del Roble, patrona de mi pueblo, que tiene una preciosa ermita en lo alto de un cerro que domina la población. Desde ahí stá tomada esta foto, ya antigua.
En mi pueblo encuentro mis raíces, que han hecho brotar ramas y frutos, lejanos en la distancia pero próximos siempre en el corazón.
La dimensión humana de la vida y ministerio sacerdotal

Los criterios de valoración de la acción sacerdotal por parte del Obispo, los demás sacerdotes y los feligreses, que si no se intentan definir clara y continuamente, o se da por supuesto que siempre son correctos, pueden propiciar que el sacerdote se sienta más de lo conveniente minusvalorado.
El apoyo y confianza que recibimos los sacerdotes de parte del Obispo, los otros sacerdotes y los feligreses, que si se debilita en ciertos momentos de especial trascendencia o nunca se explicita puede llevar al sacerdote a sentirse abandonado a la propia suerte, y a buscar ayudas no convenientes.
Las posibilidades de desarrollo personal que se ofrecen al sacerdote, a veces no bien definidas o dejadas a la propia inventiva, que, si escasean por alguna razón, hacen sentirse frustrado, o pueden llevar a buscar actividades y compensaciones al margen del Ministerio.
La posibilidad de defenderse de la arbitrariedad cuando no se aclaran suficientemente los deberes y derechos, fiándolo todo a la buena voluntad de las personas, que en momentos de crisis hacen que siempre pierda la más débil.
El respeto al ámbito de libertad que necesita el sacerdote, como ser humano, para que no se sienta empujado al disimulo y la ocultación para defenderlo, o a sentir que es peor que los que voluntariamente renuncian a utilizarlo.
La posibilidad de expresar libremente las dificultades personales antes de recibir un cargo, sobre todo si es particularmente oneroso, sin que se vea como una desobediencia o rebeldía.
El reconocimiento claro y explicito de la dificultad inherente a algunos trabajos ministeriales, que bien merecerían recibir alguna compensación material, además de ser asumidos con mira sobrenatural, en vez de pretender que el que los recibe entienda que se le hace un favor.
La deficiencia en cuanto a la limpieza de la casa, ropa y comida del sacerdote, que por quedar a las posibilidades de cada uno sin que institucionalmente se vayan ofreciendo posibilidades, puede obligar a vivir descuidadamente, con deterioro de la propia autoestima, y de la consideración de los demás.
La definición clara de las cuestiones que por no ser de conciencia deberían estar abiertas al conocimiento y debate, dándoles cauce comunicativo concreto e institucional, evitando así que se hable de ellas en “secreto” y superficialmente.
Predicación dominical

En mis recordados años sololatecos este era el paisaje que me extasiaba y me empujaba a ampliar horizontes. Las maravillas de la técnica me permiten ahora contemplarlo en imagen y meditar, en este domingo de agosto desde mi tierra española, que estamos llamados a la altura, a grandes y bellos ideales, que no son una quimera, sino una realidad luminosa como ese increible lago y esos volcanes de ensueño.
En vísperas de la fiesta de la Asunción de la Virgen al cielo, el evangelio de la misa de este domingo lo expresa con claridad: No temas pequeño rebaño -nos dice Jesús- porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino. Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela. Y yo despierto de mis perezas para aspirar con María a los bienes que no perecen: el bien, la verdad, la justicia, la caridad.
Ese volcán me señala el cielo, bien asentado en la tierra, que se ve fecundada y se limpia en las claras aguas del lago Atitlán. Y yo pienso en la gracia bautismal, y en el esfuerzo por trabajar y luchar en serio. Y entiendo que es asequible la altura, que son alcanzables los valores eternos si hay confianza en la gracia, bien agarrados al manto de Santa María, que nos arrastra con ella hacia el cielo, ayudándonos a transformar lo terreno.
Una novela impresionante sobre la Revolución Francesa

Su título Salvar a Luis XVI. Una apasionante carrera contra reloj: cuatro días para salvar al rey en el tumulto revolucionario. Lo publica ediciones Robinbook, Barcelona. Y tiene 293 páginas.
No había conseguido salvar al rey y ahora Francia se precipitaría hacia una guerra civil, probablemente entraría en conflicto con inglaterra, además de España. Pero, mientras iba por las calles mojadas, un único pensamiento palpitaba en la cabeza de Celie. La culpa, el menosprecio hacia sí misma habían desaparecido. Se habían desvanecido como algo ya olvidado, que le dejaba un espacio de libertad luminosoa para amar y ser amada.
Con esta consideración se cierra la novela que sumerge al lector en el clima opresivo y amenazador de los comienzos de la Revolución Francesa, en el momento en que se va a rejecuta al Rey y comenzar el Terror. Personas de todo tipo y calaña se muestran en el ambiente parisino revolucionario, dando lo peor y lo mejor de sí mismas.
Así se muestra claramente que las personas son las que cambian la historia y no las ideología. Pero se hace con una intriga policial que arrastra, emociona y sobrecoge. Sólo al final se aclara todo dejando sorprendido al lector, que descubre cómo las apariencias son engañosas, si no se saban sacar las últimas consecuencias.
Las personas no dejan traslucir fácilmente su interioridad y nobleza, pero puestas a prueba son capaces de los heroísmos mayores o de las grandes traiciones.
En la novela triunfa el perdón sobre el odio y la ambición, abriendo una puerta a la esperanza. Las ideologías pueden acabar con lo mejor de las personas, haciéndoles olvidar sus sentimientos y su aprecio a los valores, pero la persona es algo tan único y grandioso que nada ni nadie la puede doblegar.
Mi celebración de la fiesta de la Asunción

Este año celebré la Asunción de modo distinto a otros años. Pero lo hice con la misma alegría. Además tuve la suerte de que me llamaran por teléfono algunos amigos, que me hicieron revivr recuerdos y añoranzas de otros tiempos.
Prediqué sobre el significado de esta fiesta, que, para mí, significa el triunfo del espíritu sobre la materia. Un triunfo que exalta, sin embargo, a la materia. Les dije a mis feligreses que necesitamos esta fiesta para que no intentemos someter lo mejor de nosotros a lo más bajo, sino al revés. Y el triunfo de María nos asegura que ésto es posible.
Pasé la tarde acompañando enfermos. Ellos me hicieron sentir que es verdad lo que prediqué en la mañana: que el espíritu eleva a la materia y le da sentido.
Con el recuerdo me uní a la procesión y a la misa en que participaron mis amigos sololatecos. Con ellos le pedí a la Virgen que nos lleve de su mano hacia la altura, que nos nos empequeñezcamos, que seamos optimista, porque, con María, el triunfo es nuestro. Y me imaginé postrado de rodillas ante la apreciosa imagen de la Asunción, que se venera en la Catedral de Sololá, escuchando la respuesta inequívoca de María: Confía en mí.
Invito a mis amigos a esta confianza en la intercesión de Santa María. Ella no se fue al cielo para desinteresarse de nosotros, sino todo lo contrario. Nos cuida, nos quiere, nos guía y nos protege.
Qué hermoso haber celebrado un año más esta fiesta. Que gusto saber que el manto de la Virgen es tan amplio que nos cubre a todos aunque nos separe la distancia. Bajo este manto nos sentimos cercanos, nos sentimos seguros, nos sentimos esperanzados.
Carta en el períodico sobre la labor de mi antecesor en la Parroquia . Mi comentario

Gracias por predicar con el ejemplo y por abrir tu casa, la casa parroquial, a todo el mundo, a la familia, a los amigos y sobre todo a algunas personas del Proyecto Hombre y a una serie de inmigrantes que compartieron hogar contigo durante meses.
Gracias por montar un belén, aunque ése no fuese tu sueño, pero un belén hecho con la participación de todos, un belén de oración, de recogimiento y de reflexión. Ya sabes: «No sé si eran reyes, no sé si eran tres, lo más importante es que fueron a Belén». Y gracias por desmontarlo cuando aquello dejó de ser un lugar de compromiso y participación de la gente y pasó a ser algo repetitivo.
Gracias por arreglar nuestra parroquia sin subvenciones y lograr que entre todos lo hiciéramos posible. Gracias por vivir estos años en una casa parroquial tan humilde y por acatarrarte a veces por no gastar en calefacción. Gracias por no fardar de ello.
Gracias por dejarnos participar en lo pequeño, que eso no es raro, y en lo grande. Gracias por animar a una mujer a predicar un Jueves Santo o el día de la patrona. Gracias por pedir que dieran la comunión un cura casado o cualquier sencilla mujer. Gracias por potenciar siempre la participación del pueblo de Dios. Gracias por permitir que la música de cámara, o de plectro o de púa sonara en la iglesia y a su son se elevaran nuestras almas. Gracias por preferir los cantos del pueblo a las grandes corales. Gracias por gritar desde el retablo mayor «no a las minas personales» o reclamar en él el 0,7% de ayuda para el Tercer Mundo. Gracias por respetar nuestras decisiones sinodales y dejar que nos demos las manos, todas las manos, para rezar el padrenuestro. Gracias por dejarnos comulgar con las dos especies. Gracias por llevar un ramo de laurel lleno de dulces el Domingo de Ramos y hacerte así un niño más y dejar que los niños se acerquen a ti. Gracias infinitas por predicar con los pies en el suelo aquello que nos gusta oír y más aún por repetir machaconamente todo lo que no nos gusta, porque nos incomoda, porque nos cuestiona, porque nos refleja. Gracias por tu consecuencia.
Gracias por ir cada uno de noviembre con el mismo cariño al cementerio oficial y a la Barranca, por no perderte ninguna manifestación del uno de mayo, por hacerte presente cada vez que un obrero muere en accidente laboral, por irte de vacaciones al Tercer Mundo para no olvidarte de lo importante. Gracias por abrir la iglesia a todos, a los que siempre la tenían abierta y más aún a los que casi la tenían cerrada, por hacernos ver que en la Iglesia cabemos todos y que hemos de intentar el compromiso y la ejemplaridad. Gracias por disfrutar con todo ello y respetar a quienes no lo hacen.
Creemos que nadie puede decir que no le has ayudado si te lo ha pedido. Creemos que nadie puede decir que ha reñido contigo. Creemos que poca gente -siempre hay alguien para todo- se alegra en Villamediana de que te vayas. Si no hemos salido más en el periódico estos días es porque nos has pedido que no lo hiciéramos y porque nos has enseñado que lo importante está en el sentir y en el obrar más que en el decir, aunque, curiosamente, sea por decir por lo que más se te cuestiona y se te critica a veces.
Señor cura, nos quitamos el sombrero ante usted y esperamos con respeto y cariño al nuevo sacerdote. Si hay algo que nos has enseñado en estos años es que lo más importante es vivir en paz con uno mismo y con los demás. Siendo mejores si podemos, y siguiendo igual si nos es imposible cambiar. Pero felices, que Dios nos quiere felices y es un Padre bueno y siempre fiel. A él y no a los hombres nos debemos. Nos da pena que te vayas, ésa es la verdad, pero sabemos que estarás cerca porque muchos, casi todos, te llevamos en el corazón. Y nos alegramos por tus futuros feligreses de Logroño. Que lo bueno hay que compartirlo con generosidad. Aunque nos cueste.
Hoy cumple años Monseñor Eduardo Fuentes

Y lo felicito con la confianza de que le llegue al cielo mi felicitación. Me uno a todos los que lo recordamos y lo queremos. Recordamos su optimismo, su sonrisa, su empuje, su amistad.
Y nos encomendamos a su persona para que nos siga acompañando, para que no nos deje, para que nos siga animando.
Su Seminario cuenta con su ayuda para seguir formando buenos sacerdotes, para seguir siendo una grupo de discípulos del Sumo y Eterno Sacerdote, del Buen Pastor.
Le ruego que le presente a la Virgen nuestras ilusiones y esperanzas. Estamos llenos de ellas. Que le presente a la Virgen nuestra alegria, nunca perdida. Que le presente a la Virgen nuestros trabajos formativos, nunca acabados y siempre en crecimiento.
Que recuerde ante Dios tantos esfuerzos realizados y que nos empuje a seguir realizándolos con empeño.
Felicidades, Mons. Eduardo. Que los disfrutes en el cielo.
Impresionante novela sobre la influencia de las ideologías del mal

Leí ya hce unos meses esta impresionante novela sobre personas, ideologías, recuerdos y pasiones, enmarcada en la segunda guerra mundial y en la consiguiente época de Guerra Fría.
Me impresionan los protagonistas, pero también los numerosos personajes secundarios que sufren y gozando con ellos. Me impresiana el ambiente humano en el que se desenvuelven. Me impresiona la capacidad de hacer el mal y la capacidad de regeneración de las personas. En el peor de los ambientes puede aparecer un rasgo de humanidad. Pero, qué difilil lo ponen las ideologías y la guerra.
Y es que la ideología ciega para mirar la realidad. La ideología no deja penetrar la luz y no permite que las personas se conozcan y se amen. Las ideologías pretenden divinizar al hombre, haciéndo creador del bien y el mal. Y puesto a crear el hombre aprece raquítico y egoísta. Y sus creaciones ocultar su incapacidad y manifiestan hasta donde puede llegar su maldad.
Pero, frente a las ideologías, está la infinita capacidad de reacción de las personas. Su infinita capacidad de regeneración. Y el autor, a través de los siete velos que recubren la atormentada memoria del protagonista nos va haciendo presentir la esperanza en un mundo no ideologizado, sino rectamente conocido, amado y respetado, donde cada persona puede buscar incansablemente el bien y hasta llegar a ser feliz.
Dos nuevos sacerdotes para la Iglesia: ¡Felicidades!

El pasado nueve de agosto se ordenaron dos nuevos sacerdotes en Panajachel. Qué alegría para toda la Iglesia y qué alegría para mí que tengo la suerte de ser su amigo.
Al recibir esta fotografía (que me envía Juan Carlos, el seminarista que se ve junto a Rufino, uno de los dos nuevos sacerdotes), la publico para felicitar tanto a Rufino como a Juan Pablo y me congratulo con la Iglesia Universal, que recibe este hermoso y deseadoado regalo.
Cada sacerdote es una caricia del Buen Pastor para su pueblo. Estos dos sacerdotes: Rufino y Juan Pablo son una caricia para la diócesis de Sololá-Chimaltenango, que los necesita para crecer en la fe y fructificar en caridad esperanzada.
Los encomiendo a la Virgen de La Concha que los acompañó gozosamente en su formación. Que ahora los lleve de su mano en un fecundo Ministerio Sacerdotal.
Felicidades, Rufino; felicidades, Juan Pablo y ¡Que tengan un fecundísimo ministerio sacerdotal y sean muy bienvenidos a la fraternidad del ministerio sacerdotal!
Felicitaciones a la Diócesis de Sololá-Chimaltenango por su nuevo Pastor

Desde mi tierra española felicito a la entrañable Diócesis guatemalteca de Sololá-Chimaltenango por el nuevo Pastor que ha de guiarles en esta nueva etapa de su prometedora historia.
Que esa Iglesia Particular siga creciendo en vocaciones, que el Evangelio, predicado con audacia y competencia, siga siendo la guía segura hacia el progreso y la paz. Que la fraternidad ilusionada y cooperante movilice a las parroquias y comunidades, al Presbiterio diocesano, a los Seminarios Mayor y Menor.
Que la memoria de Monseñor Eduardo Fuentes sea una luz clara en su camino. El les acompañará con su valiosa intercesión y con el ejempo preclaro de su vida.
Desde aquí les acompaño con mi oración y mi entrañable y constante recuerdo. Que la Virgen de la Concha los siga aprotegiendo con su patrocinio constante.
Los que se salvan. Predicación dominical

¿Son pocos los que se salvan?
Impactante pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez.
La respuesta de Jesucristo es clara: Esforzaos. Y la razón: la puerta no es ancha, sino estrecha. Y... se cierra. Conviene estar despiertos, activos y dispuestos al esfuerzos.
Conviene en definitiva dejarse guiar por la Cruz.