Avanzo inparable por las casi mil páginas de este libro, que estaba en mi biblioteca esperando un momento como este. Para dar una idea de su categoría e interés, os copio algunos párrafos del principio y del final ¡Superfabulosos!:
"El libro -escribe el autor en el prólogo- me ha ofrecido la oportunidad de reconsiderar objetivamente, a la luz de un estudio que abarca casi cuatro mil años, el más difícil de todos los interrogantes humanos: ¿para qué estamos sobre la Tierra? ¿Es la historia una simple serie de hechos cuya suma carece de significado? ¿No existe una diferencia moral esencial entre la historia de la raza humana y la historia de, por ejemplo, las hormigas? ¿O existe un plan providencial del cual somos, aunque humildemente, los agentes? Abrigo la esperanza de que el relato que sigue, resultado de mi propia investigación, ayude a los lectores a responder por sí mismos a tales interrogantes. (Pág. 12 y 13)
El escepticismo excesivo -concluye Paul Johonson- puede originar una deformación tan grave como la credulidad. El historiador debe tener en cuenta todas las formas de la prueba, incluso las que son o parecen metafísicas. El historiador puede decir: no hay nada a lo que pueda denominarse providencia. Quizá no. Pero la confianza humana en esa dinámica histórica, si es intensa y lo bastante tenaz, constituye en sí misma una fuerza que presiona sobre el curso de los hechos y los impulsa. Quizá ahí estal la clave de su historia (la de los judíos)." (pág. 859-860)
Los párrafos del final me he adelantado a leerlos, porque me gusta saber la conclusión para ir entendiendo mejor los argumentos que la sustentan. Pero, mientras leo, no dejo de pensar en lo que estamos viviendo y, en la concluión de Paul Johnson, vislumbro algo de luz para el misterioso y terrible momento que estamos atravesando, esperando su pronto final. Lástima que no me pueda adelantar, como en el libro, y conocer su concluión. Pero, por creer también en la Providencia, la presiento esperanzado.
Estoy recordando con estas mis lecturas mis años de Rector de Seminario, cuando les hablaba a mis alumnos de los libros leídos y por leer. Ahora que ya son ellos maestros y pastores, les ofreco este comentario para seguir estimulándoles a no dejar los libros ¡Buena ocasión para ellos, amigos! Y cuidaros. Como os decía entonces: " No disculparse con que "tengo que comprar una aguja, Padre", para salir: ¡Quietos en casa!
