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Una carta para empezar con ganas los Grupos Bíblicos Parroquiales

Una carta para empezar con ganas los Grupos Bíblicos Parroquiales

Queridos cristianos de los Grupos Bíblicos de La Rioja, antiguos y de nueva creación:

Soy ese jefe de Israel, que preguntó a Jesús aquello de “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?” y que San Lucas, en el capítulo 18 de su evangelio, dice que “se puso muy triste al escuchar la respuesta porque era muy rico”.

He oído que este año meditaréis en los grupos bíblicos de La Rioja, por asociaros a las asambleas dominicales cristianas de todo el mundo, ese evangelio que ha recogido mi triste y cobarde historia para no seguir mis pasos, sino lograr convertiros en felices y fecundos “discípulos misioneros” de Jesús.

Quiero animaros a ello. No sigáis mi camino o el de Judas Iscariote, que es un camino de desesperación y tristeza, ahogados por el afán del dinero, sino el que siguieron “Simón, al que Jesús puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, y Santiago, Juan, Felipe, y Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón llamado el Zelote y Judas el de Santiago”, que es camino de gozo y alegría, aún en la escasez y la pobreza.

Porque alegría, verdadera y duradera, es lo que falta en vuestro mundo, rico y triste a la vez, como lo fui yo, y tan lleno de desesperación, como “el Iscariote, que fue el traidor”.

Leed y meditad vosotros, y no dejéis de animar a otros a hacer lo mismo, para que podáis descubrir que el núcleo de ese precioso evangelio de San Lucas, no es otro que el amor misericordioso y salvador de Dios Padre hacia los pecadores, expresado principalmente en las parábolas. Misericordia salvadora que se revela perfectamente en Jesús, que es el evangelizador de los pobres, los auténticos protagonistas del Reino (pecadores, mujeres, samaritanos).

El otro elemento característico del evangelio de San Lucas es la imagen del camino, que representa la historia de la salvación y la vida cristiana. Se trata de un camino marcado por Dios Padre y orientado a la plenitud de la salvación de todos. Es un camino que debe recorrerse en contexto de oración, es decir, de unión constante con el Padre. Es también un camino apostólico: los Doce, como testigos de Jesús, garantizan junto con el Espíritu la autenticidad del camino. Es un camino actual: cada generación tiene su “hoy”, su tarea concreta en orden a la salvación. Es un camino que debe recorrerse en alegría (la que yo perdí al no querer seguirlo), porque la alegría es el don de Dios inseparablemente unido a su salvación.

Finalmente os recuerdo que San Lucas presenta en su evangelio a María como el modelo perfecto de discípulo en camino, ella os puede guiar en vuestro deseo de ser “discípulos misioneros” en esa querida tierra riojana, llena de buen vino y gente honrada, según me cuentan.

Me despido, suplicándoos que no olvidéis a algunos compatriotas vuestros, que como yo andan cegados por un deseo inmoderado de riquezas. Contagiadles vuestra alegría alimentada por el evangelio y el seguimiento de Jesús. El mundo, y La Rioja más en concreto,  os necesita. No defraudéis su esperanza.

                                                                                              Vuestro

                                                                                      El triste joven rico

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