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Para un predicación de calidad

Para un predicación de calidad

Esto sugiere hoy en Zenit el P. Antonio Rivero:

Debemos dar solamente una idea en la homilía o en la plática, y desarrollar esa idea en dos o tres aspectos. Pero solamente una idea. Sólo así el oyente saldrá con una idea bien aprendida y tratará de vivirla en su día a día. De las tres lecturas dominicales se puede sacar perfectamente una sola idea, desarrollada en dos o tres aspectos.

¡Una sola idea! Quien habla de muchas ideas lo único que hace es dispersar al oyente y no saldrá con nada claro ni concreto. Quien dice muchas ideas está manifestando que no preparó a fondo la predicación.

De acuerdo con el P. Antonio. A ver si lo cumple mi homilía para este domingo 27 de enero: 

DIOS NOS QUIERE

Sus mandatos alegran el corazón

El pueblo de Israel experimentó, en el largo destierro que padeció lejos de Jerusalén y del templo de Dios, la tristeza de estar lejos del Creador. Por eso, al volver del destierro, celebra gran fiesta al escuchar de nuevo los mandatos de Dios que alegraron los corazones entristecidos del  Pueblo.

¿No estaremos ahora sintiendo la misma tristeza por el olvido y el rechazo de Dios, que se da en nuestra sociedad ¡Volvamos a Dios, en este Año de la Fe! Escuchemos su Palabra en la festiva celebración de la misa dominical y se alegrará nuestro corazón y mejoraremos como personas y mejorarán las familias y nuestro mundo.

Su Espíritu nos une

Los cuerpos se descomponen cuando los abandona el alma viviente. San Pablo nos recuerda que a la Iglesia, cuerpo de Cristo, la mantiene Dios, viva y unida, por medio del Espíritu santo, que se nos da en el Bautismo. Si nos dejamos guiar por Él, la Iglesia será “en Cristo sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios de la unidad  de todo el género humano” (Lumen Gentium, 1). Y logrará la humanidad liberarse de luchas y divisiones que le impiden colmar sus ansias de libertad y de felicidad. En este Año de la Fe, y en el “Octavario por la unidad de los cristianos” que estamos celebrando, tengámoslo muy presente.

Su Hijo Jesucristo es la “Buena noticia” que esperamos

Así lo sintieron los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos, que tuvieron la dicha de encontrar a Jesús en los caminos y pueblos de Galilea. Porque no se desentendía de sus dolencias, ni les recriminaba sus desgracias, sino que les anunciaba “el año de Gracia del Señor”.

En este Año de la Fe fijemos nuestros ojos en Cristo, como sus compatriotas de Nazaret, para que redescubramos que Él es la Buena noticia, el Evangelio, y recuperemos el optimismo y nos convirtamos a Dios. Así la alegría volverá a tantos corazones rotos, a tantas familias que la han perdido, y a esta sociedad entristecida ¡Con fe y ganas es posible! Hermano, no lo olvides: ¡Dios te quiere!

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