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Larga y gozosa caminata hasta la Hermedaña

Larga y gozosa caminata hasta la Hermedaña

Hemos salido temprano un buen grupo de personas de toda edad, llegando en coche hasta las cumbres del Moncalvillo, de donde decendimos a pie en una caminata cansada, pero preciosa, entre robles, hayas, pinos y acebos.

Al llegar a la pradera, junto a las ruinas de la ermita, hemos saludado a los otros romeros que habían subido por otros caminos. Puntualmente hemos celebrado la misa, acogidos por las ruinas de la ermita, en un silencio y participación gozosa en cantos y oraciones. Y les he predicado lo siguiente: 

Como dice la Escritura: De sus entrañas brotarán torrentes de agua viva

Amigos de Sorzano y de los pueblos del Moncalvillo y del Iregua, reunidos en fraternal romería, un año más, aquí en la Hermedaña, junto a estas ruinas centenarias y esta fuente, que brota de la montaña.

 Acabamos de escuchar la Palabra de Dios que nos habla del agua viva que Dios quiere que brote del corazón creyente.

Aquí en la Hermedaña, la altura y la espesura del bosque, producen agua limpia, y la Virgen, que la cuida desde siglos, invita a no contaminarla. Viéndola correr, limpia y abundante,  nuestros  corazones creyentes aprenden aquí a no contaminarse con la mentira y la ambición y a producir, con ayuda de la Virgen, agua limpia de verdad, honradez y generosidad que regenere nuestro tiempo atribulado.

Nuestros abuelos, durante siglos en los que abundaba poco el pan y amenazaba mucho el hambre, se comprometieron con solemne promesa, en forma de voto religioso, a subir en romería a la Hermedaña. Abandonaban las seguridades del llano y se adentraban en la montaña, donde  sus ganados,  compartían pastos que acordaban repartir equitativamente  entre los pueblos de la comarca. Al cobijo de esta ermita y bajo la mirada de la Virgen superaban pleitos y disputas y después confraternizaban, repartiendo generosamente, en nombre de la Virgen, comida y bebida y haciendo fiesta.

Recordaban que aquí, en estas soledades, lejos de campos de cultivo y pueblos, un pastor había encontrado, entre acebos, junto a la fuente, esta pequeña imagen de la Hermedaña, que llamaron y seguimos llamando “La Aparecida”, escondida, sin dudas en tiempos duros de persecución. Y le construyeron esta ermita, que resistió mientras se cumplió el voto y los pueblos vinieron en rogativa, rezando por sus muertos en las cruces que marcaban los caminos, y haciendo confraternización, acuerdos y fiesta, en esta bella pradera.

Se ha recuperado felizmente esta bella tradición. Ojalá no se pierda. Porque seguimos necesitando, tanto o más que nuestros mayores, confraternizar y salir de nuestras cerradas individualidades, sintiéndonos hermanados por esta Virgen Serrana, que goza viéndonos beber de su fuente y rezar, cantar y compartir, junto a estas venerables piedras. Que así sea.

Tras la misa, entrega de la simbólica llave, compartir y aprender de lo que significa la Hermedaña en la historia de esta comarca del Moncalvillo y el Iregua y soñar con proyectos que sigan haciendo posible reunirnos muchos años en esta preciosa romería.

En la foto estoy junto a la pequeña imagen "La Aparecida" y unos cuantos de mi familia que participaron en la romería.

2 comentarios

Angel Mª Pascual -

Efectivamente es un lugar único e incomparable, que merece ser visitado aunque cueste la subida. Aún tengo agujetas.

Gregorio Remírez Aranzadi -

Una feliz mañana.Siempre que subo a aquel hermoso lugar me vienen a la memoria estos versos de Gonzalo de Berceo:
Nunca encontré en el siglo
lugar tan deleitoso,
ni sombra tan templada
ni oir tan sabroso,
me quité mi ropilla
para estar vicioso,
me tendí a la sombra
de un árbol hermoso.